Se venden con dos tecnologías distintas. Cuándo conviene una y cuándo, la otra.
Una red inalámbrica hogareña permite acceder a Internet a través de notebooks,
netbooks, tabletas o celulares desde cualquier ambiente de la casa. Y esto es
posible gracias a los routers, equipos que se conectan al módem y son el corazón
de las redes sin cables (Wi-Fi). Aquí, algunos datos y sugerencias que quieren
ser útiles a la hora de elegir un router para el hogar.
La principal diferencia que puede existir entre los routers está dada por el
estándar tecnológico al que pertenecen. Actualmente, en el mercado de
Latinoamérica conviven los routers diseñados bajo el estándar IEEE 802.11g (más
conocidos como “routers G”) y los que responden a la más avanzada norma IEEE
802.11n (o “routers N”). Dentro de los N, a su vez, existe la categoría n150.
Los routers G en el mejor de los casos transportarán datos a 54 megabits por
segundo (Mb/s), mientras que los n150 llegan a los 150 Mb/s y los N alcanzan los
300 Mb/s.
“¿Qué dimensiones tiene la vivienda donde se instalará el router?”. Todos los
expertos consultados por Next coincidieron en que esta es una de las primeras
preguntas que hay que hacerse al elegir un router. Un caserón con fondo y
quincho tendrá requerimientos diferentes a los de un departamento de tres
ambientes. Si los espacios a cubrir son muy grandes o los obstáculos que debe
atravesar la señal Wi-Fi (paredes, estructuras de hormigón) son muchos, conviene
optar por algún router N150 o uno N, que asegurarán una cobertura más amplia.
Pero, según la opinión de Carlos Solano, director comercial para el Cono Sur de
la firma Belkin, para un departamento chico, un router G “está perfecto”.
Otro ítem a revisar es para qué se usará la red sin cables. Si se le piensa dar
un uso intenso (bajar videos, jugar en grupo), dicen los entendidos que la
elección correcta es un router N. Sergio Fasano, de Instituto Cetia, afirma que
si se usa Wi-Fi para videollamadas u otras tareas que implican un intenso
tráfico de datos, la ventaja de un router N sobre uno G puede percibirse. “Pero
en la navegación por Internet normal es muy difícil notarla”, dice.
Los expertos también aconsejan tener en cuenta el ancho de banda de la conexión
a Internet con que se cuenta. De poco servirá un superrouter, dicen, si con él
se compartirá una conexión de apenas 1 Mb/s. “Sería como tener mangueras de
bomberos para compartir el agua que llega a casa a través de una pajita”,
explica Solano.
También, dicen los que saben, hay que fijarse con qué equipos se usarán la red
Wi-Fi. Si la única notebook de la casa está equipada con el estándar 802.11g, de
poco servirá un router N. Mariano Tomalino, de la empresa Linksys, explica que
la gran mayoría de las notebooks funcionan a un máximo de 150 Mb/s. Dato que
conviene tener en cuenta antes de entusiasmarse con un router de 300 Mb/s.
Otras cuestiones a considerar mencionadas por los entendidos son el diseño, la
capacidad del router de conectarse a redes 3G, la garantía y el soporte técnico
(sobre todo para configurar el router).
G o N. La principal diferencia entre los routers está en el
estándar tecnológico al que pertenezcan. Actualmente conviven los IEEE 802.11g y
los que responden a la más avanzada norma IEEE 802.11n.
Cuestión de espacio. Si la superficie que debe cubrir la red
Wi-Fi es muy grande o si la señal debe atravesar muchos obstáculos, lo mejor
sería optar por un router de los más modernos (los de la tecnología N).
Para qué se usará la red. Si se piensa jugar en grupo, bajar
videos o hacer videollamadas, conviene elegir alguno de los routers que ofrecen
mayor ancho de banda. Para sólo navegar por Internet, uno G está bien.